Barrio Lastarria

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Barrio

Lastarria

En el corazón de Santiago, late con fuerza uno de los sectores más emblemáticos de la capital chilena: el encantador Barrio Lastarria. Ubicado entre la Alameda, calle Merced y Avenida Victoria Subercaseux – a los pies del cerro Santa Lucía, y a pocas cuadras de la Plaza de Armas – ha sabido conservar su patrimonio histórico y arquitectónico, revitalizado con una nutrida oferta cultural, gastronómica y hotelera que lo han posicionado como un atractivo destino turístico, siendo el favorito tanto del público local como de miles de turistas que lo visitan cada año.

UNA HISTORIA

Con Vida y Pasión

Este rincón de la ciudad ha sido testigo de múltiples transformaciones a lo largo del tiempo. Sus orígenes se remontan a la época de la Conquista de Chile, cuando era un conjunto de chacras y solares, donde funcionaba un molino y se producía vino, entre otras actividades agrícolas. Fue en 1857, con la construcción de la Iglesia de la Veracruz, presente hasta hoy, que se inició su despliegue como Barrio propiamente tal, primero con modestas viviendas de adobe, para posteriormente subdividirse en predios apreciados por algunos aristócratas, quienes comenzaron a construir a su alrededor imponentes casas y palacetes; algunos de ellos aún se mantienen en pie, a pesar de los terremotos y de los intereses inmobiliarios, lo cual permite al visitante trasladarse al pasado, al admirar cada detalle de estas edificaciones.

1874

Años más tarde, el 17 de septiembre de 1874, se concreta un importante proyecto de urbanización y remodelación en el cerro Santa Lucía (sitio donde el conquistador español Pedro de Valdivia fundó la ciudad de Santiago en 1541 y que eligió como su cuartel y reducto de huestes) encabezado por el alcalde de la época, Benjamín Vicuña Mackenna, quien en su obra “Álbum del Santa Lucía” (1874) lo describía como “una verdadera maravilla natural” y que a través de financiamiento público, colectas, donaciones y su absoluta convicción de que “…su adaptación (serviría) para paseo público y sitio de reuniones populares, recreo y arte, salud e higiene…” logró que su deseo se cumpliera hasta la actualidad, siendo un ícono histórico y cultural no sólo de la Región Metropolitana, sino de todo el país, declarado Monumento Nacional en 1983.
Así, a inicios del siglo XX comienza un potente desarrollo del sector, inaugurándose en 1905 el Parque Forestal y en 1910 el actual edificio del Museo Nacional de Bellas Artes, previamente fundado como Museo Nacional de Pinturas (1880). Estas obras, sin duda, fueron un gran atractivo para la aristocracia chilena que se asentó en el Barrio, por su ubicación cercana al epicentro de la ciudad, y a la vez menos bulliciosa, gracias a sus calles curvas y adoquinadas y ese entorno privilegiado entre el cerro y el parque arbolado; cuya calle principal se denominaba Callejón de Mesías, la que posteriormente pasaría a llamarse José Victorino Lastarria, en honor a quien fuera uno de sus vecinos más destacados como intelectual, político liberal y uno de los fundadores de la Universidad de Chile, entre otros méritos.

1900

1930

La década del ’30 atrajo a otros renombrados artistas e intelectuales, que instalaron sus residencias en este barrio que ya contaba con un interesante desarrollo urbanístico. Uno de ellos, fue el arquitecto Luciano Kulczewski, reconocido por sus obras donde predomina un estilo modernista de renovación artística y decorativas como el Art Nouveau y Art Decó. Algunos de sus edificios aún pueden admirarse, como el de calle Merced Nº 268, de estilo neocolonial; o su propia casa-taller, inspirada en el medioevo italiano, denominada “Casa de los Torreones” y que se ubica en el Barrio Lastarria, en la calle que hoy lleva su nombre.
Con el crecimiento de la ciudad, a mediados del siglo XX el sector comienza a tener cierto movimiento comercial y un incipiente impulso artístico cultural, gracias a la llegada de emblemáticos exponentes, como la Compañía de Teatro Ictus, el escritor Enrique Lafourcade o el arquitecto y pintor Nemesio Antúnez – director del Museo Nacional de Bellas Artes en dos períodos – por mencionar a algunos que establecieron sus residencias y/o talleres en la zona.
Es en la década de los ’90 que el Barrio toma nuevos aires, con la restauración y recuperación de diversos edificios y espacios públicos, lo que potenció el arribo de diversos locales con llamativas propuestas, transformándose en un perfecto panorama de paseo para la comunidad.

1990

Hoy en día, el Barrio Lastarria atrae a turistas de todo el orbe, siendo reconocido como un polo gastronómico y cultural que reúne entre sus calles una amplia oferta de cafeterías y destacados restaurantes; una interesante oferta hotelera; salas de teatro, librerías, cine, museos y tiendas, incorporado a su patrimonio histórico y ambiente festivo, que le da esa impronta única, mágica, como si la delimitación de sus calles, que asemeja la forma de un corazón, tuviera vida propia y un alma vibrante, tan atrayente, que hacen querer volver.